En michas ocasiones, andar por las calles de una ciudad es como transitar por un desierto . Caminas por aceras sin sombras donde refugiarte, no encuentras una fuente en la que sofocar el calor que se transmite por el asfalto pisada a pisada.
En esos momentos ansías llegar a un oasis. Nosotros descubrimos uno durante una deriva por el barrio de Ciudad de los Ángeles, cuando la sequedad de la garganta nos mandaba una señal de alerta.
Al girar por un callejón duro, sin vegetación, donde la basura plástica rolaba por el viento, nos topamos con un oasis de plantas suculentas que se desbordaban por un balcón con medidas de seguridad extrema
No pudimos beber, porque las plantas suculentas capturan el agua fuertemente, pero fue un alto en el camino reparador, casi una alucinación tras un paseo sin brote verdes